La francmasonería no es una sociedad simple, sino una agrupación de sociedades que aceptan como base fundamental una serie de leyes, escritas o no escritas, que se denominan “Antiguos Límites”, “Antiguos Cargos”, “Marcas” o “Landmarks”. Este cuerpo de ordenamientos se deriva directamente de los que regían el funcionamiento de las asociaciones de masones operativos en la Edad Media y es el resultado de una larguísima experiencia. Los Antiguos Límites han logrado que la Francmasonería sea siempre una e indivisible, a pesar de la variedad de cuerpos que la constituyen, y que no se modifique ni prostituya su carácter esencial a través de los tiempos. Por encima de cualquier constitución o reglamento están siempre los Antiguos Límites; estos definen las normas básicas de funcionamiento de la Institución, los requisitos, los derechos y obligaciones de los miembros y funcionarios, así como la postura filosófica, social y política de la Masonería universal. A pesar de su importancia, no son dogmáticos, sino convencionales, y admiten que existe una manera casi infinita de impartir las enseñanzas, en el estilo de la decoración de los “Templos”, en las liturgias y en muchos otros aspectos. A ello se debe la diversidad de los Ritos Masónicos que son aceptados como “regulares”.
En Masonería, se llama rito al conjunto de reglas o preceptos conforme a los cuales se practican las ceremonias y se comunican las instrucciones de los grados.
Son más de cien los ritos que han sido fundados, en distintos tiempos, dentro de la Masonería y que se han considerado “reconocidos”. Muchos de ellos tuvieron una vida efímera, pero otros han subsistido hasta nuestros días. Pertenecer a un rito determinado, sin embargo, no es obstáculo para que los masones se traten entre sí como miembros de una misma gran familia y se visiten mutuamente.
De todos los ritos, los considerados principales son el Rito Escocés Antiguo y Aceptado y el Rito Inglés de York o Rito de Real Arco. Sin embargo, en algunos países han existido ritos nacionales que han demostrado gran actividad, como el Rito Moderno Francés, del que surgió la Revolución Francesa; el Rito del Celeste Imperio, que se practica en Turquía; el Rito Sueco; el Tien Foe Whe, de China; el Benemérito Rito Nacional Mexicano, de gloriosa memoria en nuestro país, y muchos más.
En México, la gran mayoría de los masones están afiliados al Rito Escocés Antiguo y Aceptado, aunque también existen logias yorkinas — principalmente para personas de habla inglesa—, así como otros cuerpos que pertenecen al Rito Nacional Mexicano, al Rito Primitivo de la Masonería Universal, al Rito del Derecho Humano (Droit Humain), al de Adopción y a otros más.
Los masones se congregan en pequeños grupos formados por algunas decenas de miembros, denominados “Logias”, que se reúnen una vez por semana en un local adecuado que recibe el nombre de “Taller”, dando a entender con ello que se congregan para trabajar. El valor e importancia de los trabajos que se desarrollan en las logias no depende del estilo ni de la fastuosidad de su decoración.
Muchas de ellas procuran limitar al mínimo estos adornos para que no se distraiga la atención ni se desvíe del trabajo principal, que es de orden intelectual. Se puede trabajar masonicamente a campo raso y bajo la bóveda celeste, o en una choza de paja, sin que nadie pueda alegar que se demeritan las bellas ceremonias en que se van revelando las enseñanzas y secretos de la Masonería.
En cada población de regular importancia existe, por lo menos, una logia masónica que imparte los tres grados fundamentales del simbolismo, o Masonería Azul: Aprendiz, Compañero y Maestro. Cada una de estas logias está incorporada a una Gran Logia, cuyos límites de jurisdicción corresponden generalmente a los del Estado en que se encuentra. Los funcionarios de estas Grandes Logias son electos democráticamente entre los maestros de todas las logias simbólicas de la jurisdicción y les corresponde gobernar en los asuntos que incumben a la agrupación. Finalmente, existe dentro de cada país un organismo o Confederación de Grandes Logias y, en el plano internacional, otros organismos que preparan y realizan congresos regionales y mundiales para el estudio y resolución de los problemas generales de la Orden; estos superorganismos solamente pueden formular recomendaciones a las Grandes Logias.
Es la Masonería Azul, o sean las Logias Simbólicas, la que constituye el grueso del pueblo masónico, y aunque existen otros cuerpos superiores que imparten los grados Capitulares, Filosóficos y Administrativos, hasta el último grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que es el 33º, existe una independencia completa entre la Masonería Azul y estos otros niveles de la Masonería, por lo cual los grados que otorgan no tienen preponderancia en las Logias Simbólicas, donde no se reconoce otra categoría superior a la de Maestro. Igual independencia existe con relación a otros organismos “colaterales”, como son las diversas órdenes de Caballería (Templarios, Cruz de Constantino, Shriners, etc.), órdenes juveniles (Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad, de Molay, etc.) y femeninas (Arco Iris, Estrella de Oriente, etc.). Estos organismos no son parte de la Orden Masónica, aunque algunos de ellos fijen como requisito para ser admitido la posesión de ciertos grados masónicos, pero le son complementarios en aspectos sociales, benéficos, educativos y de acción externa
Las logias simbólicas se rigen a sí mismas en todos los asuntos internos, empleando para sus deliberaciones el orden parlamentario y tomando sus acuerdos mediante votaciones democráticas. Eligen periódicamente a sus funcionarios y otorgan a los nuevos miembros los diversos grados a medida que los van mereciendo. Establecen sus reglamentos internos y dan a los trabajos y estudios el curso que consideran más conveniente, procurando no apartarse de los principios generales de la Orden.
En resumen, la Logia Simbólica es la unidad orgánica de la Institución Masónica. Estas logias se encuentran congregadas en Grandes Logias y pertenecen a algún Rito reconocido, subsistiendo, por encima de estas divisiones de carácter administrativo, la absoluta unidad de todos los masones del mundo entero, quienes se reconocen fraternalmente, se ayudan y trabajan de común acuerdo hacia las metas de progreso y bienestar de la humanidad, que constituyen el deber cotidiano que todo masón se ha impuesto voluntariamente.

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