Durante muchos años, los masones han seguido tres grandes principios: fraternidad, igualdad y libertad.
Cada masón es un hombre libre porque domina la soberanía personal, entendida como la capacidad del ser humano de ser dueño de sí mismo y de sus propiedades, sin que otros, por la fuerza o mediante la imposición legal de colectivización de bienes y éticas, puedan decidir sobre el individuo.
La francmasonería ha sido el crisol de los pensamientos de los fundadores de repúblicas; por principio, repudia a los tiranos y a las tiranías, y no acepta las divisiones de casta ni las clases propias de la monarquía. A la república solo le interesa el pueblo, es decir, los hombres de todas las condiciones sociales.
La palabra FRATERNIDAD, en su rigurosa acepción, resume todos los deberes del hombre respecto de sus semejantes. Fraternidad es lo mismo que decir: desinterés, abnegación, tolerancia e indulgencia. Es un principio por el que todo masón trabaja a favor de sus hermanos y sus familias.
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